Queridas amigas y amigos de ICARE,

Quiero agradecerles a cada uno de ustedes que nos hayan regalado este tiempo para conmemorar los 70 años de ICARE y, al mismo tiempo, mi trayectoria de 50 años en ICARE, que ha concluido el 31 de julio pasado.

Una de las cosas que siempre me ha llamado la atención de ICARE, es esa extraña capacidad para crear vínculos permanentes con tantas y tan diferentes personas.

Por supuesto, sus ex presidentes y directores y los directivos de sus empresas socias, pero también los alumnos y profesores de sus innumerables seminarios, cursos y programas de formación; sus encuentros, congresos, desayunos, mesas redondas, foros y tantos otros eventos que durante 70 años han convocado a muchos miles de personas…

Los que me conocen, saben que evito el protagonismo y salir en los medios. En el fondo, si quieres dirigir la orquesta, tienes que dar la espalda a la multitud”.

Digo esto porque ha me sorprendido la cantidad enorme de mensajes, cartas y llamadas que he recibos en estos días para expresarme su cariño y buenos deseos… Incluso personas que sin conocerme, me han saludado afectuosamente en la calle, diciéndome cuánto aprecian la labor de ICARE y los buenos recuerdos que guardan, hasta de eventos muy remotos, como la “Operación JEFE”, las “Jornadas Universidad-Empresa”, los primeros ENADE que se realizaron en el Hotel Crowne Plaza, la visita de Henry Kissinger, y tantos otros.

Siento que hemos dejado huella, que hemos calado hondo en mucha gente y por muy variadas razones. En fin, creo que, como diría Antonio Tabucchi, somos “un baúl lleno de gente”.

Como al final, uno es lo que come, debo agradecer a mi Alma Mater, sin la cual estos 50 años no habrían existido… Me refiero a mi querida Facultad de Economía y Administración, hoy FEN, de la Universidad de Chile.

Me tocó estudiar en tiempos complejos, entre 1968 y 1974 y vivir la división de la Facultad en dos sedes: Oriente y Occidente.

Sin embargo, hoy, mirando hacia atrás, creo que fue una experiencia muy enriquecedora en lo humano y también en lo formativo. Revisando posteriormente la malla de estudios, vi que tomé, además de la línea central de administración y economía, dos ramos de Sociología, dos ramos de Ciencias Políticas, cuatro ramos de Derecho y otro de Seguridad Social, un ramo de Psicología Social y otro de Desarrollo Organizacional y uno de Participación Organizacional… Lo menciono porque la diversidad de esa formación y el alto nivel de sus profesores me fueron de gran utilidad cuando ingresé a ICARE el año 1974 como Director Académico.

Antes alcancé a trabajar dos años en la FEN, bajo la dirección de un profesor extraordinario, Gunther Boroschek y muy cerca también de Alberto Armstrong, quien me guiaba en mi proceso de titulación.

La experiencia del trabajo académico es muy marcadora y seductora. De hecho, en ICARE, después de asumir como Gerente General en 1982, seguí siendo de hecho, Director Académico por mucho tiempo más… Me costaba desprenderme de la relación con los profesores y expositores, con el diseño de los cursos y eventos, con las metodologías docentes y de evaluación… con los diagnósticos previos…

Eso alargaba mi jornada de trabajo hasta horas bastante inusuales, lo que con siete hijos recargaba las responsabilidades de mi mujer, la Gloria, y me generaba un profundo sentido de culpabilidad y una crisis de “conciliación trabajo familia”. Sin embargo, cuando cumplí 67 años mis hijos me regalaron un álbum de fotos hecho por ellos, con frases que me liberaron de todas mis angustias… Por pudor, sólo voy a mencionar una, a modo de ejemplo: “¡Te agradezco estar siempre en todas y preocuparte, ante todo, por cada uno de nosotros!”. Mi conciencia quedó en paz.

Últimamente me preguntan mucho sobre que ha sido lo más relevante, lo más importante en estos 50 años en ICARE. Es una pregunta difícil de contestar, es como decir cuál es la carta clave de un castillo de naipes, donde lo que más vale es el equilibrio del conjunto.

Pero de la parte de la historia de ICARE que me tocó vivir, creo que debiera destacar dos logros principales: uno, la compra y construcción de nuestra sede en El Golf, que lideró con gran dedicación el arquitecto Pablo Luna y posteriormente bendijo Monseñor Fernando Chomalí, actual Arzobispo de Santiago, que hoy nos acompaña.

Esto hizo realidad el “sueño de la casa propia” para los que trabajamos en ella todos los días, pero también nos permite recibir a nuestros socios en una sede que también les pertenece y los acoge con el cariño y finura que merecen para realizar las muchas reuniones necesarias para coordinar nuestras actividades.

Y el segundo, más importante, la formación de un equipo humano integrado, diverso, de alto rendimiento, capaz de aprender de sus éxitos y fracasos, enfrentar desafíos, innovar y apoyarse mutuamente. Hoy el equipo interno de ICARE lo forman 29 personas. Hemos enfrentado años de trabajo duro y jornadas largas, donde se fue formando un equipo y una cultura de trabajo realmente excepcional. Ciertamente todos somos reemplazables, pero les aseguro que también seremos inolvidables

Quiero personalizar al equipo de ICARE en quien ha sido mi compañera de ruta y “segunda a bordo” por más de 40 años, me refiero a María Angélica Ortúzar, hoy Gerente de Capacitación y Servicio a Socios, con quien pudimos materializar grandes innovaciones en el área de capacitación, relación con las empresas socias y creación de eventos… ¡Muchas gracias Queca!

ICARE ha cumplido 70 años… Sigue siendo una institución joven, en una República también joven… Es inevitable preguntarse cuál será el rol que le corresponderá jugar a ICARE en el futuro.

Cuando uno revisa la documentación histórica de los últimos 50 años, sorprende ver la extraordinaria calidad con que se han diagnosticado nuestros más graves problemas como nación en diferentes ámbitos. También sorprenden los consensos alcanzados por diversas comisiones de muy alto nivel…

Pero, por sobre todo, sorprende el hecho de que las soluciones no se ponen por obra…

Ya se han acumulado muchos nudos gordianos que desatar, salud, seguridad, modernización del Estado, corrupción, pensiones, educación, drogas… No podemos esperar que llegue Alejandro Magno con su espada…

Sería un noble trabajo para ICARE colaborar para que algunas de estas cosas se resuelvan de verdad, en paz, con talento y en democracia.

Muchas gracias.