Los criterios ESG (ambientales, sociales y de gobernanza) en la empresa han llegado para quedarse, proporcionando herramientas para la generación de valor en el largo plazo y de mejorar su relación con los entornos. Pero su correcta adopción e implementación no parecen ser tan simple.

Existen, por una parte, dificultades metodológicas y una importante dispersión de estándares. Por otra parte, si bien parece existir consenso sobre la necesidad y conveniencia de que las empresas adopten e implementen los criterios de ESG, el consenso sobre su contenido y extensión exactos parece necesitar maduración. Asimismo, existe un camino de educación importante por recorrer a su respecto.

Finalmente, hay cuestionamientos legítimos y atendibles de si nuestra legislación está preparada para acoger su implementación en las empresas, sin con ello correr el riesgo de pasar a llevar normas vigentes acerca de lo que las empresas son y a quiénes se deben.