Si alguna vez tuviste un sueño desordenado producto de bajarte de un largo vuelo o trabajar turnos nocturnos, probablemente notaste cambios en tu estado de ánimo, concentración y bienestar general. Estos cambios son el resultado de disturbios al ciclo natural del sueño, tu «ritmo cicardiano». Interrupciones a este ciclo pueden conllevar peores consecuencias que simplemente sentirse un poco temperamental o distraído. Un último estudio publicado en The Lancet Psychiatry muestra que está asociado a un aumento en el riesgo de depresión y desorden bipolar.
Los ritmos cicardianos son variaciones en procesos biológicos o de comportamiento que se repiten en ciclos de aproximadamente 24 horas. Estos ritmos ocurren en la temperatura corporal, la liberación de hormonas y los patrones de descanso-actividad. Se piensa que son fundamentales para nuestra salud física y mental.
Este estudio descubrió que los ritmos cicardianos, específicamente el aumento de la actividad durante las horas de descanso y/o inactividad durante el día, estaban asociados a un mayor riesgo de desorden en el estado de ánimo (como depresión y desorden bipolar), peores sentimientos subjetivos de bienestar y tiempos de reacción más lentos.
En general, estos resultados entregan un fuerte respaldo a la idea de que un ritmo cicardiano perturbado se asocia a una peor salud mental y estado de bienestar. También sugieren que niveles de actividad diarios, que pueden ser medidos de manera fácil y barata usando medidores de actividad digitales, pueden evaluar los riesgos de las personas de desarrollar depresión o desorden bipolar.
Sueño desordenado: un problema global
Estos hallazgos podrían tener implicancias importantes en la salud pública. Esto debido a que una mayor dependencia de la luz artificial, particularmente en la noche, se asocia a ritmos cicardianos perturbados. Lo que se da porque las personas expuestas a altas cantidades de luz artificial en la noche son menos capaces de sincronizar sus ritmos a los ciclos de luz naturales.
Se estima que para el año 2030, dos tercios de la población mundial vivirán en ciudades. Esto significa que la mayoría de las personas estarán sometidas a condiciones que pueden empeorar la interrupción cicardiana. Esto, por extensión, los llevará a ser más vulnerables a una peor salud mental y física.
- Fuente: The World Economic Forum.