René Cortázar ha transitado por el mundo público, privado y el académico.
Durante 50 años militó en la Democracia Cristiana y desde esa vereda fue ministro del Trabajo y Previsión Social (1990 – 1994), y ministro de Transportes y Telecomunicaciones (2007 – 2010).
También fue director ejecutivo de Televisión Nacional de Chile (1995-2000), y presidente del directorio de Canal 13 (2010 – 2012), además de integrar los directorios de varias empresas.
Asimismo, su vocación por la investigación la plasmó como director del Centro de Estudios Laborales Alberto Hurtado y en la Corporación de Estudios para Latinoamérica (CIEPLAN).
Con el objetivo de conocer más de su vida, su visión sobre la Concertación y el acontecer político nacional, Cristián Warnken conversó el domingo 25 de junio con el Doctor en Economía del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), en el ciclo “En Persona”.
Cinco décadas en la Democracia Cristiana
El lazo de Cortázar con la Democracia Cristiana fue “como un matrimonio”, según contó. Por eso, pudo conocer desde adentro cómo se articuló y desarrolló el partido.
En consecuencia, pudo conocer de cerca a los referentes por los que siente una profunda admiración.
En primer lugar, destaca a Eduardo Frei Montalva, Presidente de la República entre 1964 y 1970.
“Admiro la visión de futuro y de nación que tenía. Era un hombre que veía en grande y no miraba a Chile como un país aislado, sino que miraba el mundo. Un hombre con una persistencia feroz”.
En segundo lugar, resalta a Patricio Aylwin, también Presidente de la República entre 1990 y 1994.
“Recuerdo que no tenía preparación en temas económicos, porque había sido profesor toda su vida, pero cuando había discusiones económicas, él argumentaba con una lucidez inmensa los temas sustantivos. Era un hombre con una inteligencia muy grande para captar la esencia de los problemas”.
Sin embargo, en septiembre de 2022 renunció al partido donde militó por cinco décadas. ¿Qué motivó su salida?
Primero, reconoce que el partido comenzó un periodo de fragilidad hace diez años.
“Justamente cuando la DC empieza a perder su identidad y diferenciación, y simplemente se asimila a lo que eran los planteamientos de izquierda, comienza a perder su razón de ser y entonces naturalmente se debilita”.
Segundo, pero aún más importante fue lo que ocurrió en los últimos años durante el proceso constitucional.
“El paso de irme se produjo con la Convención Constitucional. Cuando vi que el partido en el que había militado 50 años, aprobaba un proyecto que yo tenía claro que amenazaba la democracia, impedía el desarrollo futuro del país y que nos dividía como nación, presenté mi renuncia con desgarro, pero con mucha convicción”.
La implementación del Transantiago
El Transantiago es una de las políticas públicas más recordadas del primer gobierno de Michelle Bachelet y que tuvo en la palestra a Cortázar.
Si bien reconoce que aceptó liderar la cartera de Transportes y Telecomunicaciones por su vocación pública, reconoce el fracaso de esta política diseñada en el gobierno anterior.
“Fue la peor política pública en 15 años”, sentencia.
Al ahondar en cuáles fueron los grandes errores, señala que lo planificado no tenía relación con lo que se vivía en las calles y que, por ende, afectó a los usuarios sobre todo durante los primeros años.
“No se aplicó ninguna gradualidad. Todo iba a ser el big bang el 10 de febrero y se produjo lo natural: un fracaso rotundo”.
¿Cómo podría haber mejorado?
“Hubiera sido una mejor idea si se hubiera hecho a través de deliberación democrática. La democracia impide las soluciones mágicas y obliga a quien tiene una idea a someterla a críticas y debates […] Lo peor es la no discusión y la imposición”.
Aun así, destaca que, al inicio, los usuarios le ponían una nota que no pasaba del 3 (en una escala de 1 a 7), pero a los tres años, esto había mejorado y al menos se acercaban al cinco.
De todas maneras, sostiene que lo mejor hubiera sido probar en ciudades más pequeñas, mejorar los errores y de ahí intentar en Santiago.