Patricia Arancibia proviene de una familia muy unida, amante de la lectura y de pensamientos políticos muy distintitos.
En su hogar siempre se vivió un ambiente grato, pero no estuvo exento de grandes sacrificios para salir adelante.
La reconocida historiadora, autora de más de 60 libros, rememoró su infancia, su formación y su trayectoria en el capítulo 39 de la cuarta temporada del ciclo En Persona.
Durante la conversación que sostuvo con Cristián Warnken, Arancibia ahondó en la experiencia de conversar con los protagonistas de la historia política nacional de las últimas décadas, apuntó que no le huye a las contradicciones y dio su punto de vista sobre la derecha y la izquierda chilena.
El destino de la derecha está en el liberalismo
«La derecha chilena en el siglo XX siempre ha sido reaccionaria», apuntó Arancibia, destacando que es una derecha que «no emerge por sí misma».
En ese sentido, destacó que en los 80 Andrés Allamand fue «el primero que intentó darle a la derecha un proyección».
Sin embargo, con el pasar de los años la derecha se conformó con ser «un movimiento de reacción a la izquierda».
La historiadora enfatizó que la derecha chilena puede encontrar su destino «si se va por una línea más liberal».
«El liberalismo político es clave», añadió.
«La izquierda es una religión, están convencidos de tener la verdad»
Arancibia se define como una persona tolerante y le gusta entrevistar a personas que piensan distinto a ella.
Asimismo, aseguró que tiene la mente abierta a todo y siente que su misión en la vida es aprender cada día un poco más.
En ese orden, detalló que ha tenido la oportunidad de conversar con diferentes personalidades de la izquierda y eso le ha permitido conocer más sobre las ideas y el proyecto político de dicho sector.
«La izquierda es una religión, tienen poca tolerancia […] Están convencidos de tener la verdad y eso es problemático para gente como yo que es más abierta», manifestó.
Arancibia puntualizó que el carácter mesiánico de la izquierda los lleva a despreciar toda idea que se opone a sus ideales.
«En la medida en que te pones a su nivel, está todo bien. Pero al momento de plantarte con tus propias ideas la cosa es distinta«.