Los mercados más exigentes no están aceptando productos que puedan estar generando impactos negativos significativos, tal como está ocurriendo con las paltas de Petorca. Los inversionistas están privilegiando empresas que tienen mejores desempeños desde el punto de vista social, ambiental y de gobierno corporativo, lo que disminuye el nivel de riesgo en la inversión.
«El éxito de una empresa con propósito está acoplado con el bienestar social. Las ganancias son resultado de productos o servicios que intrínsecamente benefician a la sociedad» — Verónica Devenin
Pero aún más: Larry Fink, Presidente de BlackRock, la empresa líder a nivel global en gestión de inversiones, afirmó hace unos meses que las compañías ya no sólo deben tener un buen desempeño económico, sino que deben generar una contribución positiva a la sociedad. Esto no tiene relación solo con la mirada de consumidores cada vez más exigentes, sino que también de los futuros trabajadores. La atracción y retención de talentos millennials estará relacionada con el propósito y desempeño sostenible de las empresas.
A las empresas que buscan de manera explícita una contribución positiva a la sociedad se les ha denominado “empresas con propósito” (purpose-driven companies, en inglés). El éxito de una empresa con propósito está acoplado con el bienestar social. Las ganancias son resultado de productos o servicios que intrínsecamente benefician a la sociedad.
Llegar a ser empresas con propósito
Pero convertirse en una empresa con propósito supone un desafío mayor. Minimizar los impactos negativos, algo que hasta hace poco era considerado suficiente, pasará a ser el “desde”. Las empresas deberán preguntarse dos cosas: 1) cómo la forma en que genero mis productos o servicios contribuye positivamente a la sociedad y el medio ambiente; y 2) cómo mis productos y servicios, en sí mismos, generan un reconocido beneficio social y ambiental. Ya no hay que crear nuevas necesidades. La invitación es a observar los problemas sociales o ambientales que requieren de una solución, y convertir dicha solución en una oportunidad de negocio.
Esto no es una utopía. Existen varias empresas que han tomado ya este camino. Ejemplo de ello son las empresas B, siendo Danone Norteamérica la más grande a nivel global. Más allá de las opiniones que esto puede generar, si seguimos las palabras de Larry Fink, parece ser que éste será el camino a seguir. Y tal como dijera el Presidente de la CPC, Alfonso Swett, en el encuentro “El buen negocio de hacer el bien” organizado por Icare, las empresas deberán hacer algo que saben hacer muy bien: adaptarse.