El mundo empresarial afronta un momento clave; se habla, incluso, de un punto de inflexión.
Alguien que ha analizado con visión crítica dicho momento es Carlos Peña, rector de la Universidad Diego Portales.
Para el autor de Ideas periódicas: Introducción a la sociedad de hoy, el quehacer empresarial nacional está enfrentando desafíos y tensiones «como consecuencia de los procesos sociales, culturales y políticos que atraviesa el Chile contemporáneo», apuntó durante nuestro Congreso de Organización y Personas 2022.
Pero es importante distinguir el origen de dichos desafíos y tensiones.
En ese sentido, Peña aclaró que hay elementos que de carácter global y otros que son atingentes a la realidad social y política de Chile.
El impacto de los procesos globales
Desde la mirada de Peña, hay por lo menos tres procesos globales que están repercutiendo en el desarrollo empresarial local:
1- Separación entre hogar y empresa: El rector de la UDP detalló que entre la familia y el trabajo hay códigos distintos, ya que uno es «el lugar de los afectos» y otro «el lugar donde somos medidos por el desempeño».
Esta separación, agregó, es lo que da lugar a lo que hoy conocemos como «sociedad moderna».
En ese orden, este principio está siendo abandonado por la empresa contemporánea debido al impulso que ganó el teletrabajo a partir de la pandemia.
«Esto es un fenómeno pernicioso que desata la angustia de control por parte de los empresarios», complementó.
A su parecer, esto se puede denominar como «la falsa promesa del teletrabajo».
2 – Organización de la empresa: Según Peña, la empresa moderna «imita el modelo de organización del ejército prusiano», es decir, una pirámide con pocas personas en el tope y se expande hacia la base creciendo ilimitadamente.
Asimismo, los roles de cada uno están definidos y la promesa de esta pirámide es el ascenso.
El académico explicó que esta forma de organización empresarial ha experimentado dos transformaciones: la empresa flexible y un cambio en la cultura del trabajo.
3 – La empresa como institución total: En nuestra sociedad hay instituciones que, aseveró Peña, definen la totalidad de la existencia.
«La empresa lo fue, ya que la totalidad de la vida se organizaba en torno al trabajo que provee bienes», agregó.
Al respecto, manifestó que hoy se espera que la empresa sustituya al Estado de bienestar y se sobrecarga al quehacer empresarial con expectativas.
«Es un error y es absurdo […] Hay un tránsito de ‘institución total que cobija la vida’ a ‘institución total que resuelve problemas sociales'», afirmó.
Lo que ocurre en Chile y cómo afecta a las empresas
En cuanto a los acontecimientos de carácter local, Peña ahondó en tres factores:
1 – Legitimidad: La percepción de que una actividad sea buena y valga la pena ejercerla requiere legitimidad.
En ese sentido, el rector de la UDP expresó que la empresa en Chile y el quehacer lucrativo «experimenta serios problemas de legitimidad».
«La palabra lucro tomó una connotación negativa; los propios empresarios contribuyeron a eso […] Elaboraron una ideología soft del quehacer empresarial», dijo.
Como consecuencia de esa pérdida de legitimidad, «hoy enfrentamos los problemas que enfrentamos desde el punto de vista sociopolítico», añadió.
2 – Reglas: «Sin un entorno fijo de reglas, el tiempo no puede ser manejado y una empresa es, finalmente, una planificación del tiempo», expuso Peña.
Es por ello que, cuando se buscan pretextos para no acatar las reglas y abandonarlas, la planificación del tiempo no es posible.
«Chile vive un momento anómico y sin reglas. Esto es producto de una extrema moralización de la vida», detalló.
Desde la perspectiva de Peña, las cosas que valen la pena en la vida dependen de una gratificación postergada y contener el anhelo de una gratificación inmediata.
Sin embargo, «eso solo es posible donde hay reglas», aseguró.
3 – La politización de la existencia: Peña aseveró que los códigos de interacción propios de la política han permeado toda la vida social.
«Las personas hoy se relacionan con todos los grupos como si se estuvieran relacionado con el Estado […] La vida social no puede funcionar de esta manera, porque se requieren varios códigos de interacción», contó.
A su parecer, llevar eso al ámbito empresarial resulta ridículo, pero aclara que se trata de algo que atraviesa toda la sociedad moderna.
«La sociedad se inunda del código político de interacción y traba las relaciones sociales, provocando angustia, ineficiencia, desorden y desazón», puntualizó.