La irrupción de la pandemia ha traído cambios importantes en la organización de las empresas y la forma de trabajo. En alguna medida, también la crisis del último trimestre de 2018 dio lugar a diversas reflexiones y conversaciones sobre el mundo laboral al interior de las empresas. Al declararse la crisis sanitaria en marzo de 2020 se aceleraron diversos procesos que estaban latentes o recién en exploración. El más evidente es el teletrabajo y sus diversas consecuencias después de un proceso que se ha prolongado por más de un año.

Entre sus consecuencias observamos una mayor autonomía de los equipos de trabajo, una creciente horizontalidad en el trato, un mayor conocimiento de las realidades familiares expuestas a través de las conexiones digitales, primacía de los resultados por sobre el tiempo trabajado, perdida de las formas tradicionales de control y nuevos mecanismos de coordinación en equipos de menor tamaño, más agilidad y periodos más breves. El tiempo transcurrido ha permitido también que muchas personas modifiquen su forma de vida, horarios, compromisos personales, lugar de residencia y otros que hacen complejo el retorno a una “normalidad” lejana.

¿Cómo ha evolucionado el ejercicio de la autoridad y el liderazgo en este periodo? Los tiempos actuales parecen requerir un liderazgo que no evite las confrontaciones, que potencie el diálogo interpersonal y desarrolle al máximo los talentos y capacidades de cada persona y los equipos.

¿Cuáles son las habilidades críticas del liderazgo que permitirá avanzar con éxito en este periodo de transformación empresarial? ¿Están actualmente disponibles? ¿Cómo pueden desarrollarse?